"El guardián de la conducta": cuáles son los aspectos positivos del sentimiento de culpa
"El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida". Oscar Wilde (1854-1900)
* Diversos psicólogos y psicoterapeutas abordan la temática de la culpa como un regulador del comportamiento humano. Cómo soportar el peso de la culpa, patrimonio anímico de las personas, y cuáles son las diferentes interpretaciones éticas en la cultura occidental y oriental
La culpa, el peso más propio y personal de la vida de los hombres. La escritora y psicóloga Celia Antonini dice que el sentimiento de culpa genera agobio, que la culpa comienza su desarrollo en la infancia y que conforma el aprendizaje personal. "A través de las enseñanzas que vamos adquiriendo en el seno de nuestra familia, cada uno de nosotros aprendemos el concepto sobre lo que está bien y lo que está mal y a medida que vamos comprendiendo lo que hacemos, comenzamos a desarrollar un sentido de responsabilidad moral sobre nuestros actos, de esa forma cuando obramos fuera de los límites de lo que consideramos correcto y somos capaces de reconocer nuestros propios errores y delitos, sentimos culpa por aquellas acciones que consideramos éticamente incorrectas", analizó en diálogo con Infobae.
Antonini cita al teólogo y psicólogo alemán Albert Gorres, quien dice que "lo peor que le puede suceder al hombre es la pérdida del sentido de culpa, mientras ésta perdure habrá lugar para la esperanza". Gorres fundó su estudio en la capacidad del hombre de asumir la culpa. "Pertenece de forma esencial al patrimonio anímico del hombre, y es una señal tan necesaria como el dolor corporal, el cual permite conocer la alteración de las funciones vitales normales. Quien no es capaz de sentir culpa está espiritualmente enfermo, es un cadáver viviente, una máscara del carácter", expresa el psicoterapeuta alemán. Para hacer entender su análisis, Gorres compara: "Las bestias y los monstruos, entre otros, no tienen sentimiento de culpa. Tal vez no lo tuvieran tampoco Hitler, Heinrich Himmler o Stalin. Seguramente carecen de él también los patrones de la mafia".
“Quien no es capaz de sentir culpa está espiritualmente enfermo”, dijo Albert Gorres
A excepción de algunas personas que presentan determinadas patologías mentales y que, como dice Gorres pueden convertirse en monstruos, los seres humanos en algún momento sienten culpa, pero la intensidad y las razones por las cuales absorben este sentimiento varían de unos a otros. Antonini se pregunta, dejando de lado las excepciones: "¿Quién no ha sentido la fuerza y el poder del sentimiento de culpa en alguna ocasión? ¿Quién no ha experimentado ese sentimiento agrio y punzante que nos produce una intensa sensación de malestar y que es un arma de doble filo y que en ocasiones es beneficioso y en otras es perjudicial?".
"El lado positivo es que nos ayuda a gobernar nuestros impulsos. Algunos lo describen como un barómetro que controla nuestras conductas que podrían ser dañinas hacia otras personas o hacia uno mismo. El sentimiento de culpa modera nuestro sentido del bien y del mal. Nos ayuda a diferenciar entre la buena y la mala conducta, así como nuestros pensamientos positivos y negativos. De forma que es saludable tener la capacidad de sentir un cierto nivel de culpa, ya que aporta equilibrio mental y emocional a nuestras vidas", explicó Laura Rojas, doctora en psicología, investigadora, terapeuta y escritora.
Antonini subraya una función vital de la culpa en el comportamiento humano. Destaca su aporte a la regulación de las buenas prácticas de conducta y acciones hacia los demás y hacia uno mismo. Algunos especialistas definen esta a la culpa como "el guardián de la conducta". "Reaccionamos con un sentimiento de culpa cuando sentimos la necesidad de reparar algún daño de acuerdo a los dictámenes de nuestra propia conciencia, de esa manera la culpa siempre aparece ligada al arrepentimiento que genera un estado de malestar interior que nos lleva a admitir nuestros propios defectos y errores", especificó la psicoterapeuta.
“El sentimiento de culpa modera nuestro sentido del bien y del mal” (Getty Images)
Pero en distintas partes del mundo, la culpa penetra de modo diferente según la educación, las enseñanzas y la cultura. "En occidente estamos atravesados por las enseñanzas judeo cristianas que a lo largo de la historia de la humanidad han contribuido a fomentar la culpa. Dicen que Jesús de Nazaret, ante quienes pretendían lapidar a una mujer adúltera dijo: 'El que se encuentre libre de pecado que tire la primera piedra'", repasó Antonini.
En cambio para los orientales la culpa no tiene un aspecto positivo. Según Matthieu Ricard, monje budista que reside en Nepal conocido como "el hombre más feliz del mundo", "la culpa no ayuda, el arrepentimiento sí. La culpa genera la impresión en la mente de que uno es eterna e intrínsecamente indigno, lo cual no es cierto para nadie. Es más productivo el arrepentirnos de las cosas negativas que hayamos hecho seguido por la aspiración de no repetir los mismos errores, el ser mejores en el futuro y, si es posible, reparar el daño realizado. El punto principal es el de evitar intencional y maliciosamente dañar a otros". Los orientales en lugar de sentirse culpables, sienten pesar cuando cometen errores y buscan reparar el daño.
Celia Antonini interpreta que los culpables están parados frente a una señal de "Limitación de peso": "Si interpreta la señal como una posibilidad de reparar el daño en vez de castigarse por lo sucedido, el peso provocado por la culpa desaparecerá y a cambio podrá realizar acciones que le permitan continuar con su camino". Y concluye con una máxima: "Usted no es un error, solo comete errores".